Una vez la que era mi mejor amiga, me dijo que no me invitaba a su fiesta de cumpleaños porque me iba a comer todo su pastel y que iba a dejar sin nada a sus invitados, además que no invitaba a gordos feos y sin gracia como yo a reuniones importantes como su fiesta.
Cuando los demás se enteraron de eso, la moda era decirme gordo feo, y todo mundo adoptó la moda de insultar al gordo, y cuando los demás hacían sus fiesta, se acercaban a mi y me decía propiamente – ¡no te invito porque ya se que te gusta acabarte todo!, cuando bajes de peso te invito, y claro, cuando no comas tanto… Uno de los güeritos de mi salón, dientón y rubio siempre me componía canciones insultantes y yo nunca respondía, me quedaba callado, porque no me sentía tan inteligente para hacer composiciones tan buenas como las que él hacía. El maestro de la clase se daba cuenta, y cuando él podía me ayudaba para que no me dejara insultar por el dientón de la clase. Mis desventaja era que estaba sentado a su lado, hasta que el propio profesor me separó de él porque sus grosería iban a tal extremo que yo sólo me comportaba como sumiso, no respondía a la agresión, y creo que eso le daba confianza al resto de mis compañeros para insultarme cuando ellos anduvieran enojados.
Un día me enteré que al dientón le llevaban mucha comida, y lo que él pidiera, ya que y ¿cómo le hacia?, sencillo, mi “amiguita” el maricón y el barril sin fondo del hijo del director eran quienes le daban comida gratis al güerito grosero con el que me sentaba, para que durante toda la clase me la pasara molestando, me compusiera groserías para que todo en el salón se rieran de mi, los tres estaban empeñados en hacerme la vida imposible, y el pobrecito del dientón se tenía que aguantar los castigos o los retos que le ponía el maestro, y el maestro se disgustaba porque yo no me defendía, pero la verdad tenía miedo porque si me lo surtía a golpes a él, era seguro que terminaría en la Dirección y por eso mejor siempre calmaba mi ira porque le tenía fobia a los maestros, y eso me lo inculcó la zorra de maestra que tuve en primer grado, hasta la universidad me llevé esa fobia hacia los catedráticos que me impartieron clases, pero como todo fobia lo logré curar.
Al pobre dientón lo hice mi amigo cuando me enteré que los tres “consentidos del profesor” eran quienes me hacían la vida imposible, y cuando me enteré me di cuenta que estaba a la intemperie y jugando ante sus decisiones. Una vez decidí inventar un chisme, de que el maricón y el barril sin fondo querían con la amiguita, no me salió el plan y el mantecoso se enteró y me chantajeó que si no me disculpaba me reportaría con sus papá el director y que me iba ir muy mal. Por miedo accedí y pedí disculpas a los tres, luego la niña se sintió muy ofendida y llegó la mamá a reclamar y a mi me sumaron castigos, llamaron a mis papá y ellos me regañaron como nunca, comencé a recolectar resentimientos, mis papás nunca me daban muchos cariños y si muchos regaños, estaba arto de eso y cuando veía a esa niña me daban ganas de untarle miel en la cabeza y dejarla parada en medio de la cancha de basquetbol y tirar un panal de abejas para que la picaran toda y muriera, ya que sabía que era alérgica al veneno de esos animalitos tan simpáticos, ¡creo que nunca había querido tanto a un insecto más que esa vez en mi imaginación!.
-pero si dices que había otro chavito gordo, ¿Por qué no se la llevaban contra él?
-pues creo que éramos de la misma complexión, y si los demás no le decían nada era porque le tenían miedo; ¡era el hijo del director! Y si se sentía mal, sólo bastaba irse a quejar con su papá y reportaban al niño que lo ofendía, ¡así de sencillo!
-entiendo, ¡entonces tu cumulo de emociones comenzaron en tus primeros años en la primaria!
-si además ellos veían la forma de hacerme sentir mal todos los días, recuerdo que una vez antes de salir a educación física varios compañeros de mi salón se juntaron para charlar alrededor de mi banca y uno de ellos me hizo una pregunta.
-¿qué pregunta?
-¿Qué se siente estar gordo? Jajajaja
-¿pero por qué?
-sencillo, ¡era el tema de moda hablar de mi obesidad, cosa que no le iban a preguntar al hijo del director!
-¿pero toda tu infancia dentro de la primaria fue así?
-¡no! Solo el primer año y el último que se acentuaron todos esos problemas grupales y que giraban alrededor de mi obesidad y mi sumisión.
-¿me podrías contar algo bueno de todo lo malo?
-pues, ¿algo bueno?, no sé, no se me viene nada a la mente ahorita, ¿qué sería para ti algo bueno?
-¡por ejemplo, ese detalle del hijo de tu maestra que defendió tu lugar de aquella mesa que sacaste del salón para sentarte a ver la quermes!
-¡ah! Mi detalles de distracción, jajaja, ok, pues ya que me lo recuerdas, si existieron personas buenas en mi vida, aparte de ese chavo que se portó como mi héroe en ese momento, pues confieso que fui un defensor de los menos preciados, jaja y sin querer siempre acobijaba a los flojos, a los mas pobres que yo, a los tontos, eran con los que mejor me llevé, pero confieso que los usaba para manipularlos, a los flojos los hacia trabajar cuando hacían trabajos en equipos conmigo y a la par terminaban mis tareas, jajaja, y habían unos rezagados, chicos de 11 a 15 años, que solo querían alguien que los solapara para las tareas, así que ellos eran parte de mi grupo cuando todos los demás los rechazaban, lo que a mi me serbia también para no sentirme solo dentro del salón, pero sabia que eran una necesidad tanto para ellos como para mi, esa necesidad de los excluidos de una sociedad, de sentirnos identificados ante una razón moral.
jueves, 4 de diciembre de 2008
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