Recuerdo que algunos de mis compañeros de clases vivían a una cuadra de mi casa y como dije antes, hijos de papis, siempre salían por las tardes a correr y a jugar con sus avalanchas, y yo solo podía salir si alguno de mis hermanos estaba en casa o alguien quien me cuidara, -¿no se por qué? pero siempre existió una sobreprotección hacia lo que hacia.
Tengo dos hermanos mas, los dos mayores a mi, entre mi hermano mayo y yo hay una diferencia de 18 años de edad y entre mi último hermano es de dos años, por ende siempre podía salir a jugar con mi hermano, ya que el mayor ya estudiaba la universidad cuando yo estaba en los comienzos de mis estudios primarios.
Recuerdo que a veces de contrabando mi hermano y yo salíamos de escondida de la casa y nos juntábamos con esos hijos de papis que eran buena onda a la hora del juego, nos prestaban sus juguetes, pero mi hermano mayor una tarde nos cachó y fue con el chisme a nuestros papas, el niño con el que jugábamos era un eterno enemigo de nuestro padre, y eso era malo, ya que hacia que las personas hablaran mal de nosotros, y mi mamá nos prohibió salir otra vez de la casa. Creo que en ese entonces comencé a conocer la depresión, porque todas las tardes era estar encerrado.
Una tarde recuerdo que Salí a comprar unas cosas a la tienda que estaba a dos cuadras de la casa, y en una de esas calles venían estos chicos montados en sus bicicletas y cuando los vi, me sentí apenado, porque ellos iban en sus bicis nuevas y yo caminando con el mandado, como niño regañado por no querer ir hacer la comprar. Salí corriendo y me ellos me vieron y fueron tras de mi, yo sentía que hacia el ridículo pero lo que menos quería era topármelos para que ellos me presumieran sus bicicletas nuevas.
Era molesto toparlos al otro día en clases y preguntándome si porque había salido corriendo; -¡si supieran!- decía dentro de mí, porque no podía aborrecer tanto a estos diablos, quienes aparte de tener todo el “cariño” de sus padres, tenían cosas nuevas cada vez que ellos se les antojaba y para terminarla de fregar eran los consentidos de los maestros.
¡Creo que la depresión me hizo crear un mecanismo de defensa que me engordó!, porque cuando estaba ya en cuarto año, era una pelota con mas de 10 kilos de sobrepeso, o eso creo yo, pero de las cosas que comenzaron a marcar mi vida, aparte de tenerle fobia a los maestros fue la vez que conocí al hijo de mi profesora de cuarto año, ya que en ese entonces mis amigos eran contados y siempre tenía en la cabeza que eran unos interesados, o eso siempre me dijeron mis papás, pero este chico al verlo me dio confianza, pero me daba miedo verlo. Él era quien se portó de la forma más cordial conmigo, ya que carecía de carácter y en una quermes de la escuela, -¡la única a la que fui!- había sacado una mesa para sentarme en ella ya que todas las sillas y mesa bancos estaban ocupados, por un descuido cuando baje de la mesa, cuatro chamacos estaban ya trepados en la mesa y yo no supe que hacer, no supe pelear por lo que era mío o bueno por algo que yo había sacado para mi, en ese momento este chico se dio cuenta y se acercó y les dijo a los chavos que se salieran que el lugar estaba ocupado y que respetaran ya que yo había sacado la mesa, en ese momento me sentí protegido, me sentí como importante ya que alguien me estaba enseñando en ese momento una lección y eso me agradó mucho, y aparte porque eso no lo hubiera hecho mi hermano, así que lo invité a sentarse en la mesa y así pasó el evento de la quermes y nunca crucé palabras con ese chavo por miedo.
A partir de ese día comencé a sentir una admiración por las personas un poco mayores a mi, porque me di cuenta que la edad daba “experiencia” y seguridad, entonces, mi mente analítica comenzó a ejecutar las ecuaciones matemáticas más importantes que formarían mi pensamiento aniquilador. Conjugaba que la edad daba experiencia, una cara bonita daba presencia y tener dinero; poder. Mi mente trabajaba cada vez más, analizando la vida de las personas y de todo en mi entorno, a mi corta edad de nueve años o tal vez diez, estaba analizando el mundo que me rodeaba y veía a los adultos, creo que en ese entonces conjugué las problemáticas de la sociedad y la frustración de los adultos, pero no analizaba mi vida, sino que comencé a entender el significado de una sensación enfermiza que me tiraba al suelo y me daba mis primeras ideas de suicidio, pero aun no se acentuaban como tal, pero si un tipo de ¡rencor contra la vida!, con el paso de los años en la primaria subía más de peso y conocía a nuevos personajes.
Recuerdo que tenía una amiguita muy en especial que para mi; -¡es la peor de las rameras!- hoy en día cada vez que me la topaba en alguna calle me dan ganas de insultarla y darle una sus arrastrada en caballo, persona tan mas ruin, baja, sucia, menos mal que su cuerpo nunca lo van a encontrar y no confesaré donde está, me llevaré a la tumba ese secreto.
-¿Por qué?
- es la persona que marcó mi vida y la que terminó de organizar mi personalidad, y si quieren buscar algún culpable, busque al psicólogo que me atendió después de mi última depresión. A él le hecho la culpa de mi desgracia, porque abrió la jaula de mi fiera y ésta se fue a comer carne humana, y a destrozar cuerpos.
-¿entonces si mataste a muchas personas como se te incriminan?
-Jajaj, ¡me incriminan de dos, pero hay mas!-
-¡eres de temer!-
-¡puede ser!, como le dije a una amiga una vez: puedo ser tan malo como un Ángel o tan bueno como un diablo.
-¿conmigo como estas actuando?-
-¡como un diablo! Jajaja. Quieres que siga contando, o mejor guardo silencio.
-¡no!, ¿Qué mas has hecho de tu vida?, quiero saber, sino nunca sabré
-¿Aunque te involucres en esto?
-¡me hago responsable!
Bueno te comentaba de mi amiguita, que tanto quería y admiraba, para mi era una niña inteligente, portada, admirada por todo el grupo de clases, para mi era una persona de confianza y con quien jugaba, pero creo que su madre enveneno su mente contra mi, no se porque pero nuevamente en ese entonces salía a relucir la política entre mis padres y los padres de ella, mas bien era con mi papá, su carácter tan pedante hacia que nos ganáramos enemigos por todas partes.
En fin, cuando menos lo pensé un día el director de la primaria en la que estudiaba decidió inscribir a su galoncito de manteca a mi grupo, y ese sería la otra pieza del rompecabezas de mi vida, para darle forma a la masa de malicia que despertó en mi. Cuando este turbado de persona entró a mi grupo las cosas comenzaron a cambiar y este se volvió el mejor amigo de mi amiga, y al poco tiempo entró el primo de éste; un maricón mal parido, delgado, alto, de cabellera negra y de voz chillante, daba lastima el desdichado, llevaba repitiendo 2 años el quinto grado de primaria -¡pobre creo que su desnutrición asolaba su inteligencia!- la cuestión es de que estos tres fueron la amalgama perfecta para terminar de bajar mi autoestima, aumentar mi peso corporal, deprimirme y odiar al mundo.
Creía que eran buenas personas esos tres, pero en verdad su malicia iba ha hacerme daño, hablar mal de mi con mis otros compañeros, meterles cizaña, sacarme de los equipos o no aceptarme en ellos. Cuando hacían fiestas de cumpleaños en mi salón nunca era invitado, y cuando iba, era ignorado; recuerdo que si les regalaban algo nuevo, siempre me lo iba a presumir, odiaba eso, y siempre me preguntaba -¿o me tienen mucha confianza o lo hacen por fregarme la vida?- y así pasó mis últimos dos años de mi vida en la primaria.
jueves, 4 de diciembre de 2008
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