jueves, 31 de mayo de 2012

LAS CAMPANAS DEL SILENCIO


EL PUEBLO QUE NUNCA MUERE


“Cuando escuches una voz en tu interior que te dicte algo que se te olvida o algo que tienes que hacer no la ignores”.



Eran las seis de la mañana cuando se escuchaban sonar las campanadas de la iglesia, los primeros toques despertaron  a Soledad, ella dormía a un lado de la cama de Guillermo, se incorporó y volteo a ver a su alrededor: Rosario, Gabriel y Guillermo a un dormían, pero algo era raro, es como si los inquilinos que dormían estaban sumidos en un profundo sueño del cual no podían escuchar las campanas que llamaban a misa.
Soledad pensó que sería buena idea ir a misa para despejar un poco su  mente y enterarse de las cosas nuevas que estaban pasando en el pueblo; acto tan común desde que era niña, porque la gente iba a limpiar sus pecados al sermón de la iglesia y  poniendo un pie fuera del atrio, la lengua se les partía por hablar mal del prójimo, por criticar el vestido  o la compañía, para hablar mal del que le va bien y de inventar el chisme de un comentario hecho al aire por alguna persona que externó su opinión que fue a parar a oídos malos, donde compusieron todo un drama a lo que sólo fue una opinión.
Soledad caminó hasta la puerta del cuarto para salir e irse a vestir, pero cuando llegó a la puerta, se percató que no existía ruido en la casa, ni en la calle, las campañas de la iglesia se han callado y aquel ambiente se había puesto raro.
Soledad volteó a ver sobre su hombro y sabía que en el piso estaba su familia durmiendo, pero algo le sorprendió; ver su cuerpo dormido a lado de la cama de Guillermo. Sintió ese pánico parecido cuando se enteró de la muerte de su hijo, pero sabía que su espíritu había abandonado su cuerpo, volteo, un bulto tomaba forma desde la sombras del cuarto desde la ventana que daba a la calle, aquella presencia se incorporaba y quedaba viendo a Soledad fijamente.
-¡Pensé que mi despedida iba ser en las casas de descanso en lo alto del cerro! –Comentó Soledad a la sombra -¿pero por qué no me dices nada? – a Soledad la presencia de aquel ente no le daba miedo, porque en muchas ocasiones ya la había visto estando despierta, pero era la segunda vez que le sucedía que la visitaba estando en un viaje astral. Ella se sentía insegura por lo que estaba viviendo, y no sentía su cuerpo, solo sentía que fuera como el aire. -¿sabes porque estoy acá verdad? -¡sí!, ¡lo sé! Pero no pensé que fuera de esta manera. -¡No Soledad!, no vengo a un por ti,  tienes que hacer tres cosas antes de partir, tu jornada no está completa,  si hoy te fueras, las cosas tendría mucho desorden en un futuro, muerta no le sirves a la conciencia del universo, viva aun puedes hacer muchas cosas. -¿entonces qué es lo que quieres? –¡al nuevo heraldo! -¡dime tú!, ¿Quién es? -¡Sabes bien quien es!, sólo que le estas negando su misión en este mundo -¿Por qué dices que es su misión? –Su vida me fue ofrecida, uno de los seres de este mundo que logró arrebatármelo me negó su servicio hace algunos años. -¿Por qué no escoges a alguien más?, existen tantos que quisieran ser tus aliados –no, no cualquiera; ven y comprenderás   -¡no, no puedo salir de esta habitación! -¿Por qué no?, ¡no vez que andas con la señora de la vida! –sabes muy bien mi miedo a estar fuera de mi cuerpo, y sabes que temo no poder regresar y no sé si confiar –¿Por quién me tomas?, ¿por un vil mortal?, ¿crees que no conozco el significado de promesa?, no soy como los hombres y mujeres que se juran amor eterno  y al cabo de unos años terminan odiándose porque no supieron guardan una promesa y mucho menos un juramento, ¡no temas, que no soy humano!, ¡yo si tengo dignidad!- la muerte extendió su largos y delgados dedos desencarnados en señal de que soledad le diera la mano.
Soledad aun con el pesar de su corazón tomó los dedos sin carne de la muerte y salieron caminando atravesando la pared, de pronto Soledad estaba dentro de la iglesia, como si hubiera parpadeado y ella estaba ya en otro lugar. La muerte se colocó tras ella y le dijo. –¡observa! – Soledad estaba parada en el pasillo de que se dirige al altar, volteó a ver a todas partes. Vio que era la primera misa del día domingo,  estaban ahí señoras de todas las edades, ancianos, y su amiga Juanita con sus hijas, entonces escuchó el sermón. –Si aun estamos en este mundo, es porque hemos sabido trabajar en comunidad, tenemos la convicción de que Dios nuestro señor manda siempre personas que nos ayudan y alientan con nuestra carga día a día, son personas que han ayudado desinteresadamente al alma de cada uno de nosotros -¡acércate! Mira a tu lado derecho, esos dos hombres que están ahí –dijo la muerte al oído a Soledad –Si los conozco; mi vecino y su compadre -¡si!, mientras el Sacerdote habla de ti -¿de mi?- ¡Si! Su sermón no tiene nombre ni apellido; habla de quienes han apoyado la comunidad, al pueblo, pero en su mente el Padre Ricardo habla de ti, el rumor de que pronto morirás corrió en la tarde de ayer por todo el pueblo,  la gente está comenzando hablar, todos especulan de ¿Quién será mi nuevo mensajero?, pero mira, cuantos candidatos tiene el corazón puesto de que yo les dé tan gentil trabajo, todos deseando ser tocados por mi y les de la oportunidad de ver el futuro, de ser quien lleve las malas noticas –La muerte se reflejaba como en un sueño. Estaba  lado del padre, frente al altar, a lado del vecino de Soledad y la voz tras de Ella, escuchando la explicación de la muerte –escucha esto –Soledad sintió que la cabeza se le había y comenzó a escuchar la voz de Fernando, su vecino –Ojalá se muera pronto esa vieja cretina, que según era la mensajera, la que decían quien moría y quien le daba esperanzas para poder vivir…Esa familia de Soledad, es de lo peor, empezando por el esposo quien no supo hacer nada por el pueblo, y luego el entrometido del hijo. ¡Creo que ellos nunca supieron cuando iban a morir! Y ¡doña Soledad mucho menos! –en tono despótico sonaban aquellos pensamientos que laceraban el alama de Soledad -¡Cállalo!, -no puedo callarlo son sus pensamientos, pero mejor escucha estos otros –la muerte se acomodo a lado de doña Margarita- ¡esta noche haré lo posible para evocar a la muerte!, ¡no puedo creer que Soledad nunca haya cobrado por sus servicios y la gente la consultara, teniendo la capacidad de ver cosas que nadie tiene, ella no sacaba provecho y vendiera sus servicios; yo con gusto dedicaría mi vida a cambio de esos dones que Soledad heredó de la muerte. –Escucha estos otros – la muerte se puso a lado de Francisco un joven de 20 años que estaba con sus papás –Si yo fuera el heraldo, la gente me respetaría –
Luego se posó a lado de Israel –ojala la muerte me buscara y me quisiera como su mensajero, es lo menos que podría hacer por mi después de haberme quitado mis padres – Soledad solo veía como se posaba en cada personas y lograba escuchar sus pensamientos  -Me quito todo; ojalá se muera; podría tener dinero, viviría por siempre, sabría los secretos de los demás, burlaría a la muerte, mi familia no tendría carencias, sabría cómo hacer el bien, me quitaría mis miedos, sabría si quedó alguien más vivo allá afuera -¡Basta!, Saca todas esas voces de mi cabeza, no vez que siempre ha sido una carga muy pesada el poder ver algunas cosas que ha de ocurrir en la vida de las personas y tú me traes hasta este recinto donde me haces escuchar el pensamiento de todas las personas del pueblo. – ¡quiero que entiendas! -Habló tranquilamente, la muerte mientras soledad veía caminar a la muerte por las bancas llenas de personas, ellas no sabían que estaban siendo vistos y espiados por alguien más, todos en sus pensamientos  pensaban en sí mismos, nadie se percató que las velas del altar derecho se apagaron,  que el péndulo que estaba lado del altar estaba moviéndose en círculos pequeños poco perceptibles pero aquel objeto de metal había sentido la presencia de los seres que estaban en la misa. Soledad estaba parada en el pasillo a unos 10 metros del altar y la muerte se fue incorporando en frente de Soledad para explicarle. -¿no has comprendido verdad? -¡no! No entiendo, -¿crees tú Soledad que a mí me interesa a alguien de estas personas que están acá para que sean mis heraldos? –hizo una pausa y tranquilamente volteó a ver a la multitud ahí congregada para escuchar un sermón y sentirse parte de un algo -¡no!, esta gente todas juntas no hacen uno solo, todas buscan un beneficio, desean algo sin saber en realidad si es lo que desean -¿pero te lo están pidiendo? –si, muchos tratan de hablar conmigo; pero has de comprender, que no les puedo dar gusto, sólo porque sus vidas están en la monotonía y quieren salir de esa rutina con algo fácil, todos desean, todos piden, todos quieren, pero pocos serian capaces de comprometerse. ¿No recuerdas cómo tu esposo y tu hijo dieron su palabra, fuerza y empeño para luchar  contra mí, y salvar al pueblo?, si ellos no hubieran luchado, yo habría ganado -¿pero porque estas tan empeñada de mi familia?, ¡me has quitado los seres que más he amado! –Así como existieron realezas que heredaban los títulos y riquezas, así hay familias honorables y seres humanos excelsos, que son dignos de admirarse, ¿Tú crees que la vida es cuestión de suerte? –cuando estaba dirigiendo sus palabras, la muerte tomó de la mano a Soledad y la llevó a lo alto del cerro; Soledad se asustó por el acto, pensando que la muerte la había engañado, porque en lo alto de aquel cerro estaban los descansos, unas cabañas que se habían construido con el fin de quien tuviera una dolencia muy grande, encontrara ahí su tranquilidad y pudiera marchar ya de esta vida. Soledad no podía moverse y su ser se estremecía por no saber qué sucedía -¡Calma Soledad!, te he dicho que soy de palabra, no temas, que solo quiero enseñarte algunas bondades que tú tienes –La muerte con su túnica gris, caminó a lado de Soledad por el camino verde del bosque y siguiendo la angosta vereda llegaron a una parte elevada donde existía una cruz y esta veía al pueblo, al Pueblo de la Fe que en esa mañana todos estaban en misa, escuchando el sermón. -¡no sé si la vida sea de suerte! –Retomó la plática Soledad – La vida no es de suerte, la vida toda es un por qué y un motivo.  Yo admiré y admiro a las personas que buscan su porque y le dan motivo a ese buscar en la vida, a lo largo de la historia han sido pocos los que hacen eso, quienes logran encontrar el motivo de sus vidas, viven plenos, es ahí donde yo siempre pruebo el valor de las personas. –¿pero qué tiene que ver lo que me dices con todo lo que he escuchado en mi cabeza?- sencillo, muchos de esos pensamientos de todas las personas del pueblo son banales, no vienen del corazón ni mucho menos de su verdadero motivo, el grueso de las personas siempre busca un beneficio cómodo de todo, siempre buscan solo zacear sus necesidades egocéntricas más básicas, si lo pueden hacer desde la comodidad, mucho mejor. Pero, esas personas yo no me encargo, aquellas que tienen pensamientos de comodidad, son seducidas por la oscuridad. -¿tu? -¡no!, ellos mismos, ¿Por qué crees que existe un pacto de no suicidio? -¡si! Lo recuerdo- Tu más que nadie sabe Soledad, que las personas cuando descubrieron que ocurrió el fin del mundo la gente comenzó a suicidarse porque solo tenían  oscuridad en sus mentes, les daba miedo el provenir y pensaban en morir de hambre, de perder todas las cosas materiales que tenían, que aquellas cosas que les costó pagar por años, no funcionaria nuevamente. Por eso entré a todas las ciudades y comencé hacer mi trabajo, el trabajo que he hecho desde que al ser humano fue maldecido y desterrado del paraíso, paraíso que se olvidó y nunca más decidió buscar. Muchos hombres y mujeres me facilitaron mi trabajo y se entregaron a mí sin el mayor desespero del mundo. Ahora estoy acá asechando el pueblo y nadie quiere suicidarse porque saben bien que hay un pacto, pero muchos desean ser mi heraldo, muchos quieren tener el don que Soledad tiene, muchos quieren algo que no saben que es, ¿y tú me dices que escoja entre todos los del pueblo? -¡sí!, si muchos te aclaman ¿por qué estar rondando mi casa? –no has comprendido Soledad, a mi no me interesa alguien con poca capacidad;  que en vez de ser un apoyo va ser un estorbo. ¿No recuerdas cuantas personas fueron un estorbo en la vida de los seres humanos? -¡explícame! –sí, ¿recuerdas aquellos puestos de gobierno donde veías jóvenes inexpertos con cargos de jefe? –sí, recuerdo que alguna vez me tocó hacer algún trámite no solo en gobierno, sino en otros lugares, y siempre me tope con jóvenes, que tenían poca experiencia y tenían a su cargo gente que llevaba trabajando años en el área, y nunca podían ascender, porque todos los mejores puestos eran solo para los familiares de quien gobernaba, el amante, el querido, el compadre el hermano o cualquier persona que tuviera un nexo familiar o sentimental con alguien que tuviera poder, y también habían otros señores que siempre cambiaban de puestos sin problemas y no tenían que pasar por entrevistas para tener un buen puesto y salario, y a los de bajo rango les tocaba sacar el trabajo  -¡Exacto!, nunca existió el verdadero reconocimiento al trabajo de quién tenía el conocimiento, la experiencia, o en dado caso las capacidades para realizar el trabajo que se tenía que ejecutar, esos seres humanos siempre que se presentaba un reto laboral terminaban preguntándole al más capas del área y ellos según resolvían el trabajo dejándolo que lo hiciera el que en verdad tenía la experiencia, y cuando hacían algo por ellos mismos; terminaba  echado a perder, es ahí donde yo me refiero que son seres humanos que estorban, muchos quieren los fácil por creer que en sencillo pero al final son un estorbo. ¿Crees que voy a escoger a los que añoran mi presencia, por mi amistad con ellos?, ¡no!, no soy la amiga de nadie,  no aceptaría como mi heraldo a un estorbo, que eso los aguanten los propios mortales, para mí son solamente estorbo; indignos siquiera de vivir y de morir, antes los entrego a los enemigos de sus pensamientos, pero allá ellos, ellos se sabrán matar en su momento. -¡comprendo! Pero, ¿Por qué mi casa? ¿a quién buscas? –¡a tu nieto Guillermo! -¿Por qué a él?, ¿no mi hijo luchó contra ti porque desde niño lo asechabas?, -no se puede luchar contra mí,  no se puede evitar lo que tendrá que acontecer, entre más larga es la espera más grande es la agonía. Héctor tu hijo, solo aplazó el destino de Guillermo,  tú te ofreciste como sacrificio para que el niño no fuera mi emisario. -¿pero que tiene Guillermo que nadie más tenga? -¡Guillermo fue ungido por mi!.