martes, 27 de marzo de 2012

EL PUEBLO QUE NUNCA MUERE


(sEGUNDA DE LA TERCERA)

"Es ese momento que no sabes que es imaginacion y que realidad"



Acomodaron los platos, la carne estaba lista, una rica ensalada estaba puesta sobre la mesa y el pan estaba más que impregnado en el ambiente de la cocina.

El silencio se apoderó del lugar, Guillermo rompió la melodía de los grillos. –abuela, tu sabes que era, y no lo puedes negar; esa sombra me aterró –Guillermo no, tienes por qué temer, es solo tu imaginación, ha sido un día muy difícil, tu mente te está jugando. –comentaba Soledad para tratar de calmar a Guillermo.

-¿pero qué pasa aquí? –Interrumpió en la cocina Gabriel -¿Por qué tienes esa cara de susto hermanito? – ¡nada, sólo es mi impresión porqué vi, una sombra en la sala, y la abuela me dice que fue mi imaginación! –Guillermo ¡ya!, ahora vas a preocupar a tu hermano -¿Qué pasa abuela, es cierto? –Guillermo dice que vio una sombra que caminó con dirección a la sala -¿y porque no han llamado?, no ven que puede que sea alguien que entró a la casa y ustedes acá todos calmados como si nada ocurriera. ¡Es mejor que vaya a ver! –¡No Gabriel está todo bien cerrado, solo te esperábamos a ti!, ¿a menos que tu no hayas cerrado bien la puerta de la calle al momento de entrar a la casa? –quedó Soledad viendo a Gabriel con esa mirada que las mujeres suelen hacer cuando las cosas suelen ser muy obvias –No abuela entré y cerré bien, usted bien sabe que es importante la seguridad y siempre nos lo ha dicho que hay gente que no nos quiere y que si nos ven; es porque las cosas han funcionado; pero si por ellos fuera nos matarían por egoísmo.-¡Así es! – Reafirmó Soledad –bueno para que vean que todo está bien vamos a revisar la sala y los pasillos –Gabriel tomo una lámpara de aceite y caminó con la lámpara en la mano, se dirigió rumbo a la sala, tras el iba Guillermo. –hermano voy contigo. No vaya ser que alguien se coló a la casa y nos esté asechado – los dos hombres caminaron por el pasillo a paso veloz, revisaron cuarto por cuarto hasta llegar a la sala que estaba al otro extremo del patio central, ahí en una esquina del corredor estaba la puerta de madera abierta, con paso lento se detuvieron frente a la puerta con las penumbras y la luz de la lámpara de aceite que trataba de dar claridad; Gabriel levantó la lámpara –¡Gabriel! Y ¿si hay alguien adentro? –la incertidumbre reinó en el corazón de Gabriel, para él le hubiera sido mejor que no le hubiesen hecho esa pregunta, deseó tanto golpear a su hermano, porque precisamente esa pregunta se hacía y Gabriel temía que alguien estuviera esperando a que entraran para saltarlos -¿hola?(¿hola?.. ¿Qué pregunta es esa?) – gritó Gabriel; con paso lento entraron la sala y la luz de la lámpara se reflejo en el cristal del espejo arrojando más claridad al cuarto. Vieron atrás de las puertas, levantaron las cortinas de la venta y revisaron la puerta, las chapas estaba bien puestas y los seguros puestos. En ese momento Gabriel sintió tranquilidad -¡vez Guillermo! No hay nada, deja de estar imaginando cosas –Gabriel trataba poner en alto la lámpara para que se iluminara todo el cuarto lo mejor posible. Gabriel tenía a su hermano frente a él, mientras le decía que no debía tener miedo, ellos no veía por el espejo, una sombra estaba reflejada en el cristal, ellos solo veían los sillones y la pared de frente vacía, pero el espejo que reflejaba esa pared había una sombra, una túnica negra, cuando Guillermo volteo la vista sobre el espejo grito, -¡ah!,¡ah!, ¡ahí!, ¡ahí!, Gabriel, ¡ahí!, en el cristal, -Gabriel saltó al momento que su hermano comenzó a gritar. Gabriel volteo a ver y la luz de la lámpara le estorba la visión y lo cegó , Guillermo veía que la sombra caminó y salió corriendo por la puerta, Gabriel sintió un fuerte escalofrío recorrer todo su cuerpo, cuando pudo voltear a ver la puerta se azotó frente a ellos. Guillermo se quedo aterrado y se desmayó.

Soledad y Rosario escucharon los gritos y llegaron corriendo hasta la sala, pero Rosario sintió que alguien cruzaba igual a paso veloz por el pasillo con rumbo a ellas, y logro escuchar como unas pisadas pasaban a lado de ellas, pero no veía nada, su preocupación era llegar hasta la sala para saber que ocurría. Al abrir la puerta vieron a Gabriel acomodando sobre el piso a Guillermo,- ¿Qué paso? -¡no se!, Guillermo vio algo sobre el espejo pero yo solo alcancé a ver como una tela oscura se ondeaba, y cuando baje la luz de la lámpara la puerta se azotó y Guillermo calló. -¡Hijo!, ¡hijo! ¿Me escuchas?, ¡háblame! –Guillermo tenía un color pálido, era como si su alma ya no habitara su cuerpo. Gabriel se acomodó a lado de Guillermo puso sus pies sobre el sillón.

Pasaron unos minutos y Guillermo regreso de su desmayo, -¿Qué pasó? – Te desmayaste- le contestó el hermano -¿pero qué pasó? -¡mamá!, vi algo feo en el espejo, alguien estaba ahí parado, no pude verle la cara pero tenía una túnica negra, la luz de la lámpara estallaba el cristal, y… -Guillermo con sus ojos oscuros se quedó ido, como si remontara a ese momento que vivió, su piel se comenzó a erizar, su mirada perdida lo tenía apartado de la realidad -¡hijo! ¿Qué pasó?, ¿Qué paso?-hablo Soledad tratando de sacarlo de su recuerdo que se veía que lo había impresionado mucho, -Estaba ahí parado, dio unos pasos hacia a mi, cuando comencé a gritar y decirle a Gabriel esta sombra caminó a paso veloz hacia la puerta, cerró y después no supe más- Doña Soledad usted que tiene conocimientos de estas cosas ¿Qué paso? –se dirigió Rosario hacia su suegra para saber que había ocurrido. –Guillermo, nos tienes que contar a detalle tu sueño- Se dirigió a Guillermo nuevamente Soledad para tratar de entender que estaba ocurriendo.

Incorporaron a Guillermo y los cuatro caminaron con rumbo a la cocina, y Guillermo les contó el sueño de la noche anterior, Soledad, Rosario, y Gabriel, miraban a Guillermo mientras narraba el sueño, Soledad en especial tenia la mirada penetrante sobre la silueta de su nieto, buscando descifrar que ocurría con él.

-Guillermo, ¡creo que necesitas hacer algo distinto!, ponerte a trabajar en algo mas físico, que intelectual, porque al parecer tu trabajo y tu labor comunitario con los niños es bueno, pero te esta como alejando de la realidad y al parecer tus sueños te están haciendo que divagues y sientas temor por la oscuridad. –Comentó Soledad a su nieto –Pero abuela ¿y la puerta? –Preguntó Gabriel. –Fue el viento que ayudó a que se azotara, tal vez al estar el ambiente todo oscuro y los gritos de Guillermo te distrajo de lo que estaba ocurriendo a tu alrededor. -¡abuela, te juro que lo vi! -¡no te lo niego hijo!, la mente es muy poderosa; puedes ver cosas en la oscuridad y más cuando la luz de una lámpara de aceite te encandila, pero a todo esto creo que no debes de preocuparte. La noche trae consigo muchos misterios para la mente, hay personas que cuando caminan a la luz de la luna por el campo o por las calles oscuras del pueblo de la Fe ven cosas que no existen. La luz de la luna te hace ver visiones que te pueden hacer perder en la locura si no sabes usar tu lógica.

Las horas había transcurrido por el evento que le ocurrió a Guillermo, entre las charlas y las explicaciones durante la cena, se hizo momento para dormir, todos ayudaron a levantar la mesa y fueron a sus respectivos cuartos para poder descansar. Guillermo le pidió a su hermano que lo acompañara por el pasillo hasta que entrara al cuarto. Guillermo dio las buenas noches y cerró la puerta. Soledad y Rosario caminaron juntas, en el trayecto, Rosario preguntó –doña Soledad, ¿será por el estado de estrés que generó Guillermo con todo esto, todos tengamos tipos alucinaciones? -¡aclárame tu pregunta!, alucinaciones ¿por qué?- si doña Soledad, estaba escuchando la explicación de Guillermo y él nos contó desde la mañana de su sueño, luego usted con su revelación de que no tarda en partir y dejarnos solos – en ese momento se hizo un silencio incómodo- luego con el desamayo de Guillermo, la cuestión es que Gabriel vio una sombra algo que ondulaba en el espejo, yo al momento de correr sentí que alguien paso a nuestro lado y escuche sus pisadas, Guillermo dice que a usted la vio viendo la misma sombra -¡hija!, -interrumpió Soledad- Todo es parte de la misma psicosis que se está generando por los próximos eventos que van ocurrir, es natural que todos tengamos miedo, y más en esta época donde nada es certero, donde vivimos día a día sin saber si el futuro puede ser alentador o puede que nos enfrente a mas adversidad. Recuerda que todos estamos inmersos en una mente colectiva, cuando aparecen un loco, es una locura, donde hay dos locos, algo de verdad se piensa que hay se puede contagiar a otros, cuando varios creen en esa misma locura, se crea una realidad que en si es solo verdad para un loco, pero todos los demás lo creen aunque no la vivan, pero creen que existe porque alguien más comentó que existe, y si uno no trata de cuadrar con esa idea, será un loco excluido de una sociedad de locos. Lo que ocurrió hoy fue eso, Guillermo soñó algo feo, y yo les revelo lo de mi partida, lo que está provocando estas cosas, no hay nada que temer -¿Qué revelaste abuela?- interrumpió Gabriel. -¡Nada hijo! –Comentó Rosario -¡Mi jornada está por terminar Gabriel! –Dijo la abuela-¿tu jornada?, ¿a qué jornada te refieres abuela? –¡He de partir de este mundo hijo! -Gabriel al escuchar la noticia quedó muy sorprendido y no sabía cómo actuar, aquel hombre que parecía fuerte, se doblegó en medio de aquella oscuridad de forma muy espontanea abrazó a su abuela, le dio un beso en la frente, Gabriel no podía contener aquella tristeza que le había provocado su abuela, la mujer que desempeñó el papel más importante de la vida de aquella familia después de la muerte del abuelo y de su papá. -¡mientes! –negó Gabriel apartándose de su abuela- ¿Cómo sabes?, no eres la heraldo, ¡tú solo tú tienes el don en este pueblo, tú misma no te puedes visitar para morir!. O, ¿cómo lo sabes? –Gabriel, las señales están puestas, mi jornada a terminado, y ya el cansancio es mucho, paso ya las noches en vela contemplando como los cirios se consumen en la mesa de mi cuarto; veo salir el sol por los cerros venciendo a las sombras de la noche para darles a las personas una nueva oportunidad de vivir, mi cuerpo ya está cansado, no tengo más esperanzas, mi jornada está cumplida y yo misma he rezado, implorado a Dios que no vaya hacer larga mi agonía, tengo 10 noches sin dormir, lo poco que duermo son ratos, apenas minutos, y debo conformarme con eso, mientras escucho al pueblo descansar, los grillos cantar, y la noche posar sobre las casa su manto, yo estoy en vela como si fuera una centinela viendo en qué momento tendré una revelación, las cuales ya son muy débiles. –Gabriel la volvió abrazar, los tres lloraron porque el futuro no era prometedor.-¡vamos a dormir!, mañana tenemos que ir a la iglesia, y el pueblo debe de ver que aun hay un agüizote… por lo menos hasta el momento de partir.