"Ten miedo al Karma, porque tarde o temprano te pasa la factura"
Soledad quedó sorprendida con la revelación de la muerte,
sus ojos voltearon a ver al ser que le decía aquellas palabras.
-veo tu consternación Soledad, ¿Por qué?
-no logro entender porque tu ungiste a Guillermo, ¿Por
qué él? ¿Qué tiene en especial? –creó que tu hijo nunca te explicó el proceder
de Guillermo, -¡sí! Recuerdo bien el día que entro por la puertea de la casa
con un bebe en brazos, y me contó que lo había encontrado abandonado en el
campo -¡si es verdad que lo encontró pero creo, que evitó contarte algo más que
se volvió un secreto -¿por qué tendría
que evitar contarme algo más?, -para no hacerte daño; ven vamos te voy a llevar
a recorrer el pasado. Mira allá abajo ¿vez el callejón que pasa atrás del
cementerio que lleva a la carretera? -si- mientras Soledad veía abajo al punto
donde la muerte señalaba, Soledad sentía que su mirada se agudizaba y bajaba
hasta ese punto, veía a Su hijo caminando en ese callejón sin pavimentar; un
camino de tierra que daba a lado de un gran terreno lleno de distintos árboles,
dentro de aquel terreno una mujer corría con un niño en brazos a unos metros de
distancia. –Soledad podía ver el pasado-
Soledad contemplaba la escena y como su hijo Héctor un hombre joven iba caminando tan plácidamente
después de haber ido a dejar ese día a su tía que vivía fuera del pueblo.
Mientras que en el campo la mujer con bebé en brazos corría por su vida y por
la de su hijo, sucedía que aquella mujer de unos 30 años de edad, era conocida
por bruja, mucha gente del pueblo le atribuía poderes sobrenaturales y pacto
con el diablo, pero nadie nunca se enteró que hubiera tenido un bebé. Soledad
de pronto se encontró caminando rumbo a un árbol donde la mujer fatigada
lloraba desesperadamente; a lo lejos un hombre moreno, robusto, de barba, con
semblante enfurecido, la buscaba entre los matorrales de aquel pequeño llano. La
mujer posó al bebé entre las raíces de un gran sabino, que junto a el pasaba un
riachuelo que le proporcionaba agua para que luciera frondoso y las hojas de
sus ramas callera hasta tocar el piso como si este fuera una gran cortina
verde.
Soledad se asomo de lado del árbol y vio a la mujer
llorar, vio a su bebé y le dio un beso en la frente, las lágrimas eran de
tristeza y desesperación, aquel hombre que la buscaba no traía buenas
intenciones. Entonces aquella mujer tomó de su vestido un cuchillo y se cortó
la palma de la mano dibujando un símbolo, el símbolo de la oz.
Soledad observa atónita la escena, ella quería hacer algo
para ayudar al bebé.
-¡calma! Es el
pasado, no puedes ya nada hacer solo es como una historia contada, no tienes
porque desesperar – le decía la Muerte a Soledad, mientras ella misma se hacía
presente de tras de soledad con su manto oscuro.
-¡Te clamo a ti!, ¡si a ti!, señora, señora que calmas
las dolencias de los enfermos, quién acude a ti en momentos de desesperación,
tú que eres la señora que no tiene tiempo, la que aterra al valiente, la que
conquista a la doncella deprimida, tu quien hace que los sacerdotes se
arrodillen, y que los ricos imploren tu
favor en los momentos que sus enemigos planean su derrota, a ti señora que te
vuelves la amante de la viudas, amiga de
los niños huérfanos, cómplice de Dios y negociadora del diablo, tú que no
tienes dueño, obligo tu presencia a esta necesidad, con la sangre de mis manos
aclamo a ti, porque la sangre de la vida escurre por una parte de mi, se
escurre mi vida y te evoco para que estés aquí.
La muerte paso a lado de Soledad, y caminó hacia la
mujer. Ella no la veía, pero el aire
frio y tétrico comenzó a soplar en el campo, mientras que una nube comenzó a
tapar el sol opacando la luz, la mujer sintió las pisadas que venían del
costado del árbol, y el pasto verde se separaba de un lado a otro como si
alguien invisible caminara alrededor del árbol, la mujer se arrodilló y cerró
los ojos para no ver lo que sucedía pero recordó que hacia aquello para darle
protección a su hijo, vio al bebé sonreírle, aquella sonrisa tierna la
ennoblecía el alma y le llenaba de tanto carillo sincero, tomó valor – señora se que estas acá he
sentido tu presencia, se que estas presentándote - ¿Qué es lo que quieres?
–¡señora tu protección! -¿Cómo puedo yo protegerte si no tengo cuerpo ni forma
en este mundo? – ¡te pido tu poder para evitar la muerte de mi hijo y mía!
-¿Porqué? -¡sabes bien que hay un hombre que viene con malas intenciones y me
ha corrido hasta acá y yo deseo salvar la vida y la de mi hijo -¿pero tú crees
que te mate? –¡dime tu señora que puedes ver el futuro, que es lo que
acontecerá! –no estoy dotada para ver el futuro, prohibido tengo decir a los
mortales cual va ser su suerte, porque tal talento solo Dios lo tiene, yo solo
puedo usar lo mismo que ustedes los mortales tienen en su poder. -¿Qué es eso
señora? –¡análisis! –¡no entiendo! –Dijo la mujer desesperada –¡explícame, que
necesito salvar la vida! –tantos años de investigación de la ciencia, tanto
estudio, para que la humanidad no comprenda que analizar es una cosa tan sencilla
para comprender los posibles futuros de la humanidad -¡deja de jugar conmigo
huesuda, que yo no tengo la eternidad como tú! -¡hace muchos siglos un hombre
dijo “a toda acción hay una reacción”, ¿lo recuerdas? -¿Newton? -¡como dijo Arquímedes!,
¿crees que yo debo de intervenir por ti en este momento?, ¿no sabes cuánto daño
podría ocasionar que yo intervenga en las leyes naturales de la física? -¿física?,
¿Qué tiene que ver esto con la física?,-bueno mi joven bruja, deberías recordar
tantas enseñanzas que da la filosofía, los budistas lo llaman “karma” -mientras la muerte explicaba a la mujer ella
caminaba de un punto a otro bajo el árbol mientras el bebe lloraba, la mujer sentía
que la voz estaba por todos lados, la cabeza le daba vueltas -¿tu quieres que
te salve de tu karma? -¡si señora! –no puedo hacer eso, te repito, no puedo
intervenir, además sabes que aquel que tiene conocimiento de la ley, tiende a
recibir un castigo más severo. Además no te has dado cuenta pero el hombre que
te anda buscando no anda solo, -¿con quién más viene? – La muerte soltó una
carcajada que paralizó el corazón de la bruja -¡el diablo! –¿Por qué? - ¡sabes
que si te metes con él, el no respetara pacto y siempre querrá más de lo que le
puedas ofrecer y la vida de la esposa de este hombre que te viene a buscar no
era la pactada! -¡señora te lo imploro ayúdame! -¡no puedo! –la sombra se posó
sobre la mujer arrodillada frente al gran árbol y la mujer vio esa sombra sobre
sí misma -¡entonces hazlo por el bebé! -¿por él?- si sabes que el mal no me
quiere tanto a mi sino a él porque es inocente, ¿qué quieres que haga? -¡veo
que es muy grande tu amor hacia él! No te ofrezco salvarte a ti, pero el
pequeño no sabe de la ley y no debería pagar por algo que tú tienes la culpa
-¡dime! ¿lo salvaras? -¿me lo ofreces? -¡sí! ¿Pero dime qué hago? –la mujer escuchaba
los ruidos cada vez más cerca y solo pensar que la maldad venia con aquel
hombre aterraba su corazón. Era un momento como si un ruido se fuera haciendo
más fuerte y rápido, su corazón se agitaba
teniendo la idea de tomar el bebé en brazos y seguir corriendo -¿me lo
ofreces? -Preguntó nuevamente la muerte- ¡sí, pero sálvalo! – Entonces la
muerte tomó la mano que sangraba de la mujer y la colocó en la frente del
bebé -¡Desde hoy serás como mi lazarillo,
niño de alma clara serás mi lazarillo y desde ahora estas destinado a escuchar
mi voz! – Soledad veía la escena, estaba pasmada de la impresión, veía a dos
hombres caminar, el hombre moreno que estaba a menos de 100 metros de aquel
gran árbol y a alguien que en su semblante no dibujaba rostro alguno de bondad,
al ver su rostro Soledad se escondió de tras del árbol para no saber más; el
miedo la estaba invadiendo, porque no comprendía cómo podía ver el pasado.
-¿dime, lo protegerás? –volteo la mujer y ella vio el
rostro de la muerte, ella sentía tanta paz al ver a una mujer de blanca
cabellera, delgada de poca estatura, Soledad no podía entender que es lo que
veía. Era ella misma agarrando la mano manchada de sangre de la mujer.
La muerte era el reflejo de Soledad, su imagen
representaba la persona que cuidaría del Bebé, la mujer sintió paz -¡Gracias!,
fue lo último que le dijo a la muerte. Se puso de pie y oró a Dios, -señor te ofrezco este
sacrificio por la paz de este hombre y por el de mi hijo – la mujer hizo una oración
dio un paso y la muerte se evaporo, dejando una estela de humo en el aire,
caminó decidida a su encuentro con aquel hombre; la mujer se detuvo y el hombre
enfurecido corrió hacia donde estaba ella, la mujer solo tenía la miraba
tranquila, y corrió a encontrarlo cara a cara, como decidida a defender a su
hijo, mientras el monte se abría paso ante la carrera de aquellas dos personas,
a pocos paso de que el hombre extendiera sus manos para tomarla del cuello y la
mujer sacara el cuchillo con el cual se cortó la mano, de la tierra Salió un
trueno que subió al cielo y cimbró el lugar, y Soledad vio como aquel trueno
arrojó a los dos que iban decididos a matarse a lados opuestos del campo
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